LA QUEMA DEL PARQUE ASTURIAS
Por
Carlos Calderón Cardoso
Historiador, escritor,
columnista y analista del Fútbol Mexicano.
El Club Asturias había levantado en 1936
un hermoso Parque de Fútbol sobre la Calzada del Chabacano, en Tlalpan, en
donde actualmente se encuentra un centro comercial. El campo, estaba rodeado
por un enrejado que separaba a los jugadores del público. Las tribunas, de
madera pintada, albergaban entre el lado de sol y sombra a más de 22,000
personas cómodamente sentadas y a cerca de 30,000 en partidos que lo ameritaban
y en las que una gran parte de los aficionados permanecía de pie muy cerca del
enrejado viendo a los actores del espectáculo, los futbolistas.
Tan solo tres años después, en 1939,
ocurriría una tragedia que sería el principio del fin de los estadios de
madera. Sucedió que el en el Torneo de Liga dos equipos peleaban por el primer
lugar que a la postre los llevaría a la consecución del título. Estos equipos,
Asturias y Necaxa, tendrían un choque definitorio en el que el Necaxa alcanzaba
al Asturias o quedaba de plano marginado.
El partido causó gran polémica y los aficionados
de ambos cuadros tenían pleitos verbales cada vez que se topaban entre sí. El
día del encuentro, la expectación fue mayúscula. El estadio se encontraba
prácticamente abarrotado. Los equipos saltaron a la cancha con sus cuadros de
lujo. En el Necaxa, considerado en ese momento el equipo del pueblo, jugaba el
ídolo de la afición mexicana Horacio Casarín.
Casarín, el elemento más peligroso del
cuadro necaxista, fue severamente marcado y con la consigna por parte del
cuadro de "La Casona" de ser detenido a como diera lugar. Comenzó el
encuentro y Carlos Laviada cometió un faul hacia la rodilla del entonces
chamaco Casarín. Minutos más tarde, León II golpeaba nuevamente al hombre que
había anotado el primer gol para los necaxistas. Al minuto 20, el zaguero Soto
aniquilaba materialmente a Casarín con una patada artera a la rodilla que lo
imposibilitaba para seguir el encuentro. En las tribunas, el público enardecido
comenzaba a prender fogatas en las tribunas de sol.
El partido terminó con un empate a dos
goles. El árbitro, Fernando Marcos, fue acusado de haber provocado el resultado
al señalar -minutos antes de que el encuentro concluyera- un pénalty a
favor del Asturias que iba perdiendo. El penal fue justo, si a caso la culpa
del árbitro fue el haber permitido el juego brusco.
Con el empate, el campeonísimo, no podía
ya aspirar al título. Molestos, parte del público de las tribunas de sol,
comenzó a prender luminarias en las tribunas de madera. El fuego rápidamente se
propaló alcanzando el reloj y el marcador que fue devorado por las llamas y en
donde se leía el empate a dos goles que dejaba fuera del título al Necaxa.
Las tribunas de sol fueron consumidas en
su totalidad casi en forma instantánea. La llegada de los bomberos fue inútil
ya que no había agua en las bombas y se concretaron a aislar las tribunas de
sombra para que el Parque no se acabase completamente. Una hora después, el
local quedaba convertido en un montón de escombros, maderas y viguetas
humeantes y cenizas por doquier. Una que otra llama anunciaba su triunfo ante
el que fuera el mayor parque de Fútbol de México.
Ahí queda para el recuerdo, aquel
29 de marzo de 1939, como el día que dio principio el fin de los estadios de
madera...
©CarlosCalderonC
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