CULTURAS
MILENARIAS INFLUYERON EN LA CREACION DEL FUTBOL COMO LO CONOCEMOS HOY EN DIA
Por Carlos F. Ramírez
A veces olvidamos que la “Federation Internationale de Football
Association”, largo nombre que preferimos simplificar por la palabra FIFA, fue
fundada hace 110 años. En mayo de 1904,
en un pequeño cuarto de una casa en París, se reunieron los representantes de
cinco naciones : Francia Holanda, Bélgica, Suiza y Dinamarca para unirse románticamente
y tratar de suavizar un poco la influencia de quienes inventaron el juego que
hoy “vuelve locos” a prácticamente todo el mundo. Irónicamente, no estuvieron presentes (y me
supongo que no les importó) representantes del país que fue la cuna del fútbol
asociación: Gran Bretaña.
FIFA ha sobrevivido dos
guerras mundiales y numerosas guerras intestinas. Es Bueno recordar sin embargo, que quienes
“inventaron” el fútbol fueron los ingleses, aunque ellos mismos aceptan que
anteriormente hubo cuando menos cuatro experimentos para popularizar el
deporte. Se dice que los griegos jugaban lo que llamaban episkyros y los romanos tenían su harpastum mismo que exportaron a Britania cuando la
conquistaron. Pero tuve la oportunidad
de conocer la más acertada teoría sobre el origen del juego de “fútbol
asociación”. Debo la experiencia a mi
querido amigo ya fallecido, el periodista británico Geoffrey Green quien en
1962 compartió conmigo la investigación hecha por el Profesor Herbert Giles de
la Universidad de Cambridge de Inglaterra.
El Dr. Giles encontró
evidencia de que entre los siglos tercero y cuarto A.C. entrenaban en China a
sus soldados basándose en un texto de 25 capítulos durante la dinastía Han,
unos 2,100 años atrás. Tenía el profesor
pergaminos copiados de la “Historia de la
Dinastía Han” que cubre la etapa 206 A.C. a 25 D.C. Continuamente aparece la palabra Tsu Chu, que se traduce de la manera
siguiente: Tsu, patear una pelota con
los pies; Chu, pelota de cuero y
rellena de material suave.
Tsu Chu de China |
Además, el documento muestra
dos aspectos distintos del juego: uno incluía el uso de dos postes de bambú,
cada uno de unos 10 metros de altura, decorados con seda de color brillante,
erigidos frente al Palacio Imperial, el día del onomástico del Emperador. Entre ambos postes se colgaba una red hecha
de seda, con un orificio de 25 centímetros de diámetro.
Practicaban un juego que consistía en patear la pelota a
la meta, y por turnos cada jugador intentaba
hacer pasar la pelota por el orificio; se entregaba premio o castigo
según la puntería de los jugadores: los que atinaban recibían frutas, vino o
flores, envueltas en brocados o en recipientes de plata; pero el capitán del equipo perdedor era
castigado a latigazos.
Una variante de este original
juego chino, reconocía al “mejor” (campeón) que usaba en vez de los pies, espalda,
hombros, pecho y estómago para impulsar la pelota, al mismo tiempo que eludía a
varios rivales mientras controlaba la pelota sobre su cuerpo sin dejar que
cayera. Esta versión era sin duda una
especie de “driblar” en vez de “patear a la meta”.
En 1962 el equipo chino “Sing Tao” de Hong Kong, hizo
una demostración en Inglaterra del juego mencionado. Traían consigo piezas de museo, como arcos de
meta elegantemente decorados que eran usados por emperadores, en la celebración
de fiestas de onomástico o celebraciones de sus antepasados remotos.
Asistí en Tokio, durante los
Juegos Olímpicos de 1964 a una exhibición de un juego que era popular en Japón desde hace más de 14 siglos. Lo recuerdo con claridad, un juego bello,
elegante y fascinante, a campo abierto. Le
llamaban kemari.
Se jugaba en un cuadrilátero a
campo abierto de unos 14 metros cuadrados. En la esquina noroeste estaba plantado un
pino; un sauce en la esquina sureste, un cerezo en la noreste y un arce (o
“maple”) en la esquina suroeste. Ocho
jugadores practicaban el juego que consistía en patear ceremoniosamente una
pelota de unos a otros en forma continua, sin permitir que se saliera del
cuadrángulo y evitando golpear ninguno de los cuatro árboles. Concentración, puntería, control de la pelota…
Para mí las antiguas
civilizaciones del Oriente deben ser el origen de todo: la fuente origen del agua,
las primeras gotas que se convierten en flujo y de allí nace el río caudaloso
que une a los continentes.
A esto agreguemos avances recientes en conceptos del juego:
el pintoresco y medioeval calcio
fiorentino, que dos veces al año se juega en la Piazza Della Signoria en Florencia, Italia el primer domingo de
mayo y el 24 de junio; ambos en honor del Santo Patrón de Florencia, San Juan
Bautista. Esos días son de fiesta y los
dos equipos con 21 jugadores cada uno,
se enfrentan: los Bianchi (Blancos)
contra los Rossi (Rojos) en la enorme
plaza cubierta esos días con arena; el ancho extremo de cada lado son las metas. Es un juegro físicamente brutal, como
seguramente era en tiempos anteriores cuando solía jugarse.
Podemos mencionar el Juego de
Pelota de los mayas y sin duda, diversos juegos rudos y violentos, que se
jugaron a lo largo de los siglos en distintas civilizaciones. En lo que concierne al origen del fútbol en
Inglaterra es un hecho que algo similar derivado del harpastum o episklyros debe haberse practicado en las calles, cuando los jóvenes tenían amplios
espacios abiertos en los pueblos y villas.
Entre 1314 y 1491, los reyes de Inglaterra se cansaron de lanzar edictos
prohibiendo todo lo que tuviera que ver con football.
Bien puede decirse que la
aceptación y nacimiento del fútbol en Inglaterra, va de la mano con la
regulación de métodos de enseñanza, que gradualmente en vez de prohibir y castigar, encontraron
que era mejor emitir reglas del juego. Cuando
Inglaterra tuvo escuelas, estas pudieron suavizar el juego callejero que había
causado tantos problemas, lo estructuraron con reglas del juego, y eventualmente
durante el Siglo XIX pudieron crear una actividad ideal para el desarrollo
físico, mental y cívico de los estudiantes de las primeras escuelas públicas
que pronto aprendieron la lección.
Falta saber si la conversión
del fútbol de juego a negocio, no haya servido para reducir dramáticamente su
valor como medio educativo.
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