RECUERDOS DEL PRIMER MUNDIAL
DE LA HISTORIA
Por
Carlos F.Ramírez
El poco reconocido sentido del
humor de los uruguayos se plasmó en el periodista Don Diego Lucero, hasta donde
yo sé, el periodista uruguayo que asistió a cubrir la mayor cantidad de
Mundiales en la historia. Estas notas me
fueron proporcionadas por Don Diego durante el celebrado en 1978 en Buenos Aires.
Antes de que se concediera el Mundial de 1930 a
Uruguay, se hicieron chistes sobre el contenido de un libro para los
estudiantes de gramática de la primaria.
Abajo de dibujos alusivos, se decía “OJO”, “ALA”, “PALA”. En cuanto se supo que había que construir un
nuevo estadio para alojar el primer mundial de la historia en Montevideo, la
voz popular usó esos dibujos para alentar a quienes debían tener listo ese
estadio a tiempo “Ojo a la Pala…”
En mucho ayudó a desarrollar fervor y terminar
a tiempo el difícil compromiso, el orgullo deportivo por haber ganado Uruguay
en forma consecutiva dos campeonatos olímpicos de fútbol: el de 1924 y el de 1928. Y es que Uruguay sólo tuvo días no años para
poder terminar el estadio a tiempo. Se
eligieron terrenos baldíos de la ciudad de Montevideo que eran conocidos con el
pintoresco nombre de
“Campo del Chivero” (el lector puede imaginar
el por qué) y a fines de enero de 1930 a construir un estadio que debía estar
listo para siete meses después.
El ejemplo lo dio el responsable de Parques y
Jardines de la Ciudad de Montevideo, quien desde el primer día se vistió de
trabajador y agarró pico y pala para dar el ejemplo trabajando día y noche a
partir del mes de enero y terminando un estadio a marchas forzadas: en Julio
pudo inaugurarse, pero todavía por la mañana del día 18 estaban echando cemento
sobre el terreno. En muchas secciones de
las tribunas del estadio, se podían leer por años mensajes que habían escrito
los primeros uruguayos que se sentaron sobre el cemento fresco…
“el Flaco está loco”… “el Barriga es un…” y
hasta “Uruguay campeón del mundo”.
Los jugadores uruguayos se concentraron en un
viejo paseo tradicional del viejo Montevideo, llamado El Prado… los encabezaba
el serio y vigoroso José Nazzasi uno de los líderes más importantes que ha
tenido el fútbol mundial… el mismo que los había encabezado para ganar en París
y Ámsterdam… era un grupo de los que ya no se estilan en el fútbol, de entrega,
fibra, sentido de equipo, para quienes el dinero era secundario y la disciplina
era su secreto… por eso todos aceptaron, llorando la suspensión del portero
titular del seleccionado y del equipo “Nacional”, Andrés Mazzali, a quien
sorprendieron saltándose el alambrado para irse de juerga con una rubia de elegante
automóvil… así quien fuera campeón de liga, dos veces campeón olímpico, campeón
sudamericano de los 400 metros con obstáculos, fue sancionado drásticamente por
su acto de indisciplina con ser expulsado del equipo que sería campeón mundial de
la Primera Copa del Mundo.
La reacción de todos los sudamericanos fue negativa
porque ni España ni Italia aceptaron jugar en ese primer Mundial. En cambio, se aplaudió la intervención de
Madame Lupescu bella bailarina y
compañera privada del rey Carol de Rumania, quien apoyando a los futbolistas de Rumania base del equipo
nacional, a quienes los magnates petroleros
ingleses que explotaban los pozos de
Ploesti les habían negado el permiso de dos meses y medio para jugar en el
Mundial. Ni modo, ante el pedido del Rey
los ingleses aprobaron darles permiso y Rumania estuvo en el Mundial.
En esa nave llegaron juntos pero no revueltos,
los rumanos, los franceses, Jules Rimet, el francés a quien se debe esto de los
mundiales, acompañado de Maurice Fisher ingeniero austriaco que ayudaba al
francés a llevar la Copa de Oro del Mundial.
Y cuando el barco llegó a Río, embarcaron los brasileños, por lo que la
nave “Conte Verde” llegó llena de ruido, música y alegría al Puerto de lo que
era y es “La Muy Fiel y Conquistadora
Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo”…
Así viniendo del cielo donde reposa, son las
palabras de un uruguayo que vivió y gozó lo que sería la Primera Copa del Mundo
en Montevideo, Uruguay en un estadio terminado con fibra “charrúa”, y el escenario
donde ellos mismos terminarían como los primeros Campeones del Mundo, un 30 de
Julio de 1930. ¡Gracias Don Diego
Lucero!
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Portada del libro de don Diego Lucero "Siento Ruido de Pelota" |
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