LOS MUNDIALES SE
HAN ALEJADO DE SER UN EVENTO MERAMENTE DEPORTIVO
Por Carlos F.Ramírez
Es muy difícil ser objetivo al momento de
juzgar un Mundial como el que terminó este domingo. Con el correr de los años, aunque no nos
guste, surgen comparaciones, esas que “son injustas, pero muy divertidas”.
Me parece que fue ayer cuando asistí a mi
primer Mundial (Suiza, 1954). Acababa de
terminar mis estudios universitarios en Los Ángeles, y ocurrió que un viejo
amigo de mi padre, director de un diario deportivo de México me soltó una
pregunta: “¿Quieres cubrir el Mundial de Suiza para el periódico?” Y así empecé mi amor por lo que era entonces
el evento más excitante; pero para mí, dejó de serlo en el momento en que se
transformó en absurda explotación económica.
Casi todo en un Mundial, gira hoy en día en torno al dinero. Organizadores, directivos del fútbol mundial,
patrocinadores comerciales, intereses ocultos en el mundo financiero están
misteriosamente ligados con la Copa del Mundo desde que comenzó el Siglo
XXI. Los que manejan actualmente el
fútbol son mercaderes que se han confabulado para cambiar lo que fue una fiesta
deportiva hasta 1998, en una caricatura de lo que solía ser. Hoy es una fiesta carnavalesca, como las que
organizaban los romanos; y tristemente con el apoyo de ciertas empresas
“comunicadoras”, que no sirven ni orientan al aficionado, sino que se limitan a
cumplir con las consignas comerciales de los que se ha dado en llamar
“patrocinadores”.
Deja, amable lector, que me explique. No estoy en contra de ganar dinero (dicen
que el dinero no lo compra todo, en efecto “el dinero no compra la pobreza”), tampoco
voy en contra del profesionalismo en el deporte, y menos contra quienes viven
de narrar partidos o escribir sobre el fútbol.
Y menos aún de los escasos directivos honestos y apasionados que manejan
los equipos y las federaciones.
Pero como vivo muy de cerca lo que ocurre en el
deporte profesional, me permito decir que el fútbol lenta pero seguramente, se
ha ido convirtiendo en un circo, bien organizado,; se han colado voceros que solían orientar
bien al aficionado, pero como ahora tienen sólidos intereses comerciales con
medios y patrocinadores, con algunos clubes, ¡vaya hasta con algunos
representantes de jugadores!; con FIFA, con los organizadores de eventos
comerciales como han convertido a la Copa del Mundo, - todo ello lo acepten o
no, les ha quitado su independencia de
criterio, requisito para mi indispensable para poder llamarlos críticos del
fútbol.
Aclaro que esto último no aplica a quienes no
están involucrados con medios que “compran los derechos del Mundial”. Pero hoy en día, cuesta trabajo saber cuál es
el medio de comunicación que no está “obligado” a defender ciegamente todo lo que
ocurre con FIFA y su forma de organizar los mundiales. Y es
que el dinero que se mueve es más que tentador para comprar opiniones de
quienes no tienen
criterio propio o que aceptan pago material de patrocinadores
interesados en promover a uno que otro jugador, ya sea por los zapatos que
calza, el refresco o cerveza que bebe, - en una palabra empresas de alto nivel
comercial y que como pagan buen dinero para anunciarse en el fútbol, han
logrado limitar la libertad de expresión que critica las realidades del mundo
actual del fútbol mundialista.
Lo malo es, que esto ha llegado también a algunos
jugadores, muchos de ellos tienen contrato con clubes y es especialmente
notorio que entre diversas ligas profesionales del mundo hay íntima relación entre
ellas y los patrocinadores oficiales del Mundial de FIFA; y aunque no creo que
esto llegue lejos en materia de ética, si afirmo que la duda surge de esos
intereses creados, al escuchar coberturas especialmente de TV donde la
narración no siempre puede catalogarse como “independiente”. Después de todo, los patrocinadores de FIFA
con contratos de varias décadas, exigirán siempre un respeto a sus
intereses.
FIFA y sus negocios tanto el Mundial como su relación con casi todas las ligas del mundo
(sobre todo las europeas) es generalmente tensa, porque hay intereses
económicos serios y a veces, hasta opuestos.
Esto explica por qué docenas de grandes jugadores profesionales, punto
menos que obligados cada cuatro años a participar en un torneo, en el que ellos perciben poco o
mucho menos de su salario por jugar en ligas; o fingen estar lesionados o
sencillamente juegan sin entregarse mucho a la defensa de sus colores
nacionales.
Esto aplica sobre todo a algunos “ases”
europeos y es que además, hasta donde yo sé FIFA no protege con seguros a los
jugadores mundialistas contra estos problemas; pero eso sí, FIFA si está protegida
contra cualquier contingencia “normal”.
Lo que quiero decir no va en contra de los
jugadores ni de las selecciones, que después de todas las naciones
participantes y sus jugadores, saben ganar buen dinero en sus respectivos
países, vendiendo derechos de transmisión o programas promocionales previos
antes y durante el evento. Lo que se ignora (y hay rumores y datos sobre el
particular) es si los jugadores, el técnico, auxiliares, etc. participan de
alguna manera en el reparto de dinero que deja un Mundial a FIFA (más que al
país sede). Puedo asegurar, porque en un
par de ocasiones lo verifiqué, que jugadores, entrenador, etc. de equipos
eliminados en rondas previas antes de los cuartos de final, les hacen (o ni siquiera
les hacen) las “cuentas del Gran Capitán”, es decir las federaciones se
cercioran primero que van a ingresar buen dinero y lo que sobra o queda se
reparte con limitaciones entre los que hicieron el espectáculo. Y hay federaciones de ciertos países que ni
siquiera lo hacen.
Uno pensaría que el país organizador debería
tener mayores ingresos que FIFA al terminar el Mundial. Después de todo se les exige invertir cumpliendo
con absurdas normas para modernizar y hasta construir estadios, que en muchos
casos terminan siendo varios de ellos “elefantes blancos”, al terminar el
Mundial, como ocurrió con los 10 estadios que obligó FIFA a construir o renovar
en mundiales anteriores como los de Corea-Japón y Sud África, donde esas
instalaciones lujosas y estadios nuevos que exigieron para el Mundial, no se
aprovechan ni en un 50%; y además las enormes utilidades que hay nunca se reparten
proporcionalmente a las organizaciones, empresas o gobiernos del país que
invirtió fortunas en satisfacer las demandas de FIFA en instalaciones, estadios,
etc. y no recuperan ni la cuarta parte que invirtieron.
Por de pronto, a la mitad del campeonato de
Brasil, se reveló que las utilidades netas de FIFA andaban en algo así como 2
mil millones de dólares (reportados).
Pero en contraste los 1,100 voluntarios que
“contrataron” para ayudar en tareas poco elegantes del Mundial, no les pagaron
ni gastos de viaje (la mayoría vino de otros países), ni alojamiento, ni gastos
para ir a los estadios; y los días que trabajaron, solamente se alimentaron
durante el día con un refresco, una fruta y un plato de dudoso alimento.
Además, no les dieron oportunidad de presenciar
ningún partido pues estuvieron todos trabajando durante el desarrollo del
juego, sin descanso para siquiera echar un vistazo a lo que ocurría. Los voluntarios, casi todos jóvenes
estudiantes o con trabajos que abandonaron por un par de meses, trabajaron
turnos de nueve horas diarias, y los que no tenían dinero para pagar un hotel,
rentaron cuartos donde dormían hasta seis en una habitación.
Al preguntarle a un empleado de FIFA por qué
esta explotación de voluntarios, me dijo que los voluntarios presentan
solicitud para trabajar sin pago; y que
habían recibido 152,000 solicitudes de todo el mundo. Los “elegidos” no reciben sueldo pero eso sí,
como me explicó un empleado de FIFA, “Pero les damos ropa que donan patrocinadores
del Mundial, como Adidas: una gorra, pantalones, camisas y “shorts”; pero les
pidieron que solo los debían usar durante los juegos. Hablé con dos o tres de
esos jóvenes de ambos sexos, y todos esperaban mejor tratamiento de FIFA, pero
se adaptaron porque “querían ver un mundial”.
Cuando le pregunté a cuatro de ellos si lo
habían visto, me dijeron “¿Cómo y a qué horas? Nos ponen a trabajar todo el
tiempo en los estadios y no nos permiten detenernos a ver el partido”. Luego me enteré que ni siquiera los habían
ayudado a conseguir alojamiento. Pero…¡estuvieron
en una Copa del Mundo!
Esto es lo que se refiere al ambiente de
explotación. Del fútbol que se jugó y
los avances que existieron en la competencia deportiva más popular del mundo,
les contaré en mi siguiente colaboración, al fin del Mundial.
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