COPA DEL MUNDO
1938: SOLO EUROPEOS
Por Carlos F.Ramírez
En la perspectiva del Continente Americano,
solamente Brasil mantenía firme su meta de figurar entre los mejores del futbol
mundial. Una vez más el desprecio de los
europeos por el joven Continente fue evidente, al rechazar toda posibilidad de
que un país de América fuera sede del Mundial.
No importa el avance meteórico del fútbol argentino, ni el título de
campeón mundial 1930 de Uruguay; Europa
estaba pensando que el Nuevo Continente no se merecía organizar el Mundial,
pese a que había ganado el primero. O tal vez por eso….
Resulta curioso que de América Latina, solamente
Brasil y Cuba pidieron participar. En
Cuba, el fútbol avanzaba impulsado por las asociaciones de origen español (como
el Juventud Asturiana), pero decididamente la afición de los caribeños estaba
enfocada a otros deportes, principalmente al béisbol. En 1938 se celebraron los Juegos Centro
Americanos y del Caribe en Panamá, y
desde dos años antes una selección
cubana ya circulaba y se preparaba. Visitaron México para jugar contra los
clubes de la Liga y sólo pudieron ganar uno de cinco juegos, inclusive se
llevaron goleadas de 3-0, 4-0 y 8-3
jugando contra clubes; y decidieron no
enviar equipo al Mundial, y en cambio una serie internacional entre México y
Estados Unidos, mostró que en esta región el fútbol mexicano seguía siendo el
más importante, pues en tres partidos amistosos contra Estados Unidos, México
ganó 7-2, 7-3 y 5-1. Y por si fuera poco, México volvió a ganar el
Campeonato de los Juegos Centro Americanos y del Caribe en Panamá en 1938.
Por otra parte, la soberbia de Europa estaba cimentada
en un mundo que se agitaba gravemente alrededor de la violencia. Cuando se le concedió a Francia la sede del
Mundial de 1938, España estaba en medio
de su terrible Guerra Civil; Japón había invadido China y estaba ocupada en lo
que entonces era su sueño de conquista asiática; y Austria había sido absorbida
por los Nazis de Alemania. Es natural entonces que solamente Brasil y Cuba y
las Indias Holandesas (Hoy Surinam) fueran los únicos que representaron a
América en el último mundial celebrado antes de la terrible II Guerra Mundial.
Inicialmente, pareció que el equipo cubano
sorprendería y justificaría su intenso interés en desarrollar el fútbol en la
Isla. Les tocó jugar contra Rumania, que
no era precisamente una potencia pero tampoco jugaba un fútbol
despreciable. El partido terminó con un
empate 3-3. Jugaron el desempate y el fútbol veloz y práctico de los Antillanos
se impuso ganando 2-1, la única victoria mundialista en esa única presencia del
fútbol cubano en finales de un Mundial.
(Cabe mencionar que algunos jugadores de origen
hispano en el equipo cubano como el
portero Ayra, el mediocampista Rodríguez
y el atacante Tuñás, se enrolaron poco
después en el fútbol mexicano, y estos dos últimos se quedaron a vivir en
México. Pero sorprendieron
agradablemente aunque luego fueron eliminados por Suecia 8-0, sin duda por falta de condición física para jugar
tantos partidos consecutivos y en períodos cortos de tiempo, en un ambiente muy
distinto del verano antillano.
Pero el que representó bien el real nivel del
fútbol de América, fue Brasil. No había duda que el fútbol centro europeo
era de los mejores, pero los italianos habían dedicado todo su esfuerzo a mantener
el alto nivel de juego que ya habían demostrado cuatro años antes. La habilidad
de su técnico, el haber mantenido un equipo básico, su intensa actividad dentro
del fútbol europeo y el apoyo incondicional del gobierno, le permitieron
demostrar que en ese período eran los mejores del mundo.
Pero se pensó en la posibilidad de que Brasil,
que ahora si se preparó debidamente y tenía un DT capaz, buen motivador y
estratega (Ademar Pimenta) pudiera interponerse en el camino de los italianos. Estaba además el fútbol centro europeo
(Hungría) y el de Suecia, ambos habían desarrollado una técnica que podía
superar a los italianos. Pero pese a
todo, Italia era el favorito para repetir
su éxito dudoso de cuatro años antes, pues Vittorio Pozzo seguía al frente del
equipo.
Brasil llevó un contingente capaz y bien
preparado, con jugadores cariocas fundamentalmente, como el gran defensa
Domingos Da Guía (Flamengo), Romeu y Tim del Fluminense; Perácio y Patesko del Botafogo, Brandao del Corinthians, y sobre todo el goleador Leónidas da Silva
del Flamengo.
Así, primero en su debut empató 4-4 contra
Polonia, pero en el desempate ganaron 2-1; luego tuvieron que luchar en tres partidos
contra los difíciles checos, y después de empatar 1-1, dos días después jugaron un segundo
partido y lo ganaron por 2-1.
Fue, desde luego, un desgaste tremendo del
equipo brasileño-carioca, pese a lo cual Italia sudó para ganarle 2-1 en
semifinales; y por el tercer lugar derrotaron 4-2 a Suecia. Por si fuera poco Leónidas Da Silva fue el
goleador del Mundial, con 8 goles.
La Italia de Pozzo jugó por nota y aprovechó
las circunstancias, basados en sus triunfos previos de 1934 en el Mundial y en el fútbol olímpico
de 1936. Como decía, era un equipo que
jugaba por nota, guiados por Silvio Piola tal vez el mejor jugador europeo de
esos tiempos; y una defensiva que era un “muro” (Locatelli Rava y Foni), el
juego inteligente de Sarossi y la endiablada velocidad de Titkos. Sin embargo uno piensa que si Brasil no
hubiera tenido que jugar esos tres partidos en un plazo corto, en los tiempos
en que la preparación física siendo más que aceptable no se compara con la de
hoy día, seguramente hubiera cuando menos llegado a la final.
Por cierto, como recordó el gran goleador
Leónidas, el juego contra Polonia que
ganaron 2-1 los brasileños en medio de
torrencial aguacero, la cancha se enlodó a tal grado que uno de sus zapatos se
atoró en el barro de la cancha, por lo que a pie descalzo (solo con las medias)
tomó una pelota y anotó un gol.
Curiosamente, poco después las reglas del juego cambiaron por ese
incidente, y ahora es inválido el gol que se anote sin tener los zapatos
puestos…
Así fue como se resolvió el último Mundial
antes de la II Guerra Mundial.
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