JUGANDO EN EL EXTRANJERO.
Por Carlos Calderón Cardoso
Historiador, escritor, columnista y analista del Fútbol Mexicano.
Gracias a una mala planeación, México tuvo que jugar el partido
eliminatorio para el Mundial de 1934
contra de los Estados Unidos en Roma, Italia, en lugar de desarrollarlo
en tierra azteca o en el vecino país del norte.
La buena fe del mexicano y la creencia de que "esta sí es la
buena", llevó a los directivos nacionales a aceptar tal decisión de FIFA y
a creer, además, de que nuestro país tenía el potencial suficiente no solo para
calificar, sino para avanzar en la justa mundial más importante de fútbol.
En una reunión efectuada un martes del mes de marzo, los máximos
dirigentes de la Liga Mayor, decidieron conseguir los mejores pasajes para la
selección mexicana en el barco alemán Orinoco, nave de lujo en donde los jugadores serían
alojados en camarotes de primera clase adquiriendo -para un mejor precio- los
boletos de ida y vuelta. La salida del puerto de Veracruz, sería el 19 de
abril, el regreso estaba planeado para el 12 de junio, ¡dos días después del
último partido del Mundial!. es decir, que se planeaba llegar a final misma.
Los jugadores, tras un viaje extenuante, llegaron a Roma. Días
después jugaron contra los Estados Unidos y perdieron, por lo cual estaban
descalificados. Se encontraban en el viejo continente y no jugarían el Mundial.
Los viáticos asignados a cada jugador, eran raquíticos y con la
eliminación, la FIFA no aportaría tampoco el dinero que correspondía a cada
delegación mundialista. La selección Mexicana, estaba varada, sin dinero y con
un mes por delante en una tierra extraña sin poder volver a casa.
Era necesario que consiguieran partidos para
sufragar los gastos de permanencia, pero ante la derrota, nadie quería jugar
con ellos.
El entrenador Rafael Garza Gutiérrez
"Récord", mediante cartas y telegramas con amigos suyos en Europa,
pudo conseguir un par de encuentros en Suiza y otro en Rotterdam. Finalmente,
se anunció un partido en Gijón, en donde tenían que jugar el mismo día en que
llegaron. Comenzó México ganando 2-0, pero el cansancio del viaje hizo mella y
terminó perdiendo 5-2. Ningún otro equipo quiso jugar contra el nuestro.
Como no se tenía el dinero suficiente, se aceptó
la oferta de dos clubes españoles de quedarse con los servicios de tres
jugadores mexicanos: En el Racing de Santander Manolo Alonso y Luis de la
Fuente, el querido "Pirata" y en el Oviedo, Carlos Laviada.
Como en México el fútbol no era profesional, el
dinero pagado por sus servicios, correspondía íntegramente a ellos, pero
amablemente lo cedieron para que el equipo mexicano subsistiera algunos días
más.
El "Pirata"
Fuente,
tenía un tiro violento, puntería fina, fuerte y elástico, saltaba medio metro
por encima del portero, era voluntarioso y valiente como ningún otro, jugaba de
interior izquierdo y remataba de cabeza como si la tocara con la mano.
Manolo Alonso tenía un estilo elegante
y era muy disciplinado. Anotaba goles de gran manufactura y sabía abrir el
juego para los demás delanteros.
Carlos Laviada podía jugar como defensa
o en la media cancha. Siempre bien colocado en la zaga, de pierna fuerte sin
ser violento comenzaba a armar el juego desde abajo.
La actuación de los mexicanos del Racing, fue sobresaliente. Fuente
sobre todo, fue alabado en más de una ocasión por la prensa española y por el
gran arquero Ricardo "El Divino" Zamora, quien virtió elogios por el
gol que le anotó el 7 de abril de 1935. Sin embargo, ambos jugadores decidieron
regresar a nuestro país al término de la temporada, tal vez por extrañar el terruño
o por la guerra civil que se avecinaba Carlos Laviada, en cambio, permaneció un
año más con el Oviedo, en el que se convirtió en titular indiscutible. El
defensa mexicano regresó a nuestro país en diciembre de 1936 de visita y con la
idea de retornar a la Madre patria, pero al ver los tamaños que había alcanzado
en materia futbolística, su viejo cuadro el Asturias le ofreció un contrato muy
jugoso, además de que regresar a la España en guerra, era muy arriesgado.
Es así como termina la historia de los tres primeros futbolistas
mexicanos que jugaron en equipos extranjeros después de tener como escaparate a
la siempre bienamada Selección Nacional.
Contrato de Pirata Fuente
Manolo Alonso y Pirata Fuente, con el presidente del Racing Carlos Laviada
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