UN NAZARENO LLAMADO JACOBO
Por Carlos Calderón Cardoso
Historiador, escritor, columnista y analista del Fútbol Mexicano.
En la década de los 60´, un árbitro mexicano dedicado, polémico,
valiente y de recia personalidad, pitó en la primera división. Los partidos en
los que intervino, invariablemente terminaban en polémica. Era un silbante que
no se dejaba, ni de directivos, ni de técnicos y mucho menos de jugadores, a
los cuales les contestaba ofensas cuando él era ofendido, a los que recriminaba
si no jugaban bien y con los que hizo grandes amigos si los consideraba
profesionales y honestos.
El nombre de este personaje, al que llamaban “el ave de las
tempestades” es Jacobo Vela, quien en sus memorias publicó un decálogo sobre la
forma de ser árbitro, mismas que a continuación reproduzco:
ENCUENTREN un hombre honrado a quien le guste el futbol y le atraiga el
arbitraje
HÁGANLE aprender y recitar de memoria las reglas del juego
PERMÍTANLE creer que será respaldado siempre en cuanta decisión arbitral tome
ANÍMENLE para que vestido de negro y con un silbato penetre al terreno de
juego sólo, haciendo frente a todo cuanto suceda en la cancha
ABANDÓNENLE a su suerte al terminar su labor arbitral y señálenle siempre
como el único culpable de: indisciplina de jugadores, entrenadores y
directivos, fanatismo y agresividad de público desorientado y de todas las
irregularidades que en el terreno de juego sucedan.
TRÁTENLE en forma inhumana, a veces humillante, sin derecho a protesta o
defensa alguna y castíguenle cuando algún insatisfecho directivo lo ordene o
simplemente lo desee
AMENÁCENLE con retirarlo de la actividad si osa externar sus puntos de vista
directamente a través de los medios de difusión y prohíbanle asociarse y
pertenecer a sindicatos o similares
JÚZGUENLE a través de núcleos directivos, formados por personas que
desconocen por completo el arbitraje y las reglas de juego.
IMPÍDANLE toda relación y trato con autoridades futbolísticas y deportivas
OLVÍDENLE en el momento que mejor les parezca o cuando haya dejado toda su
vida en las canchas…
… ¡Ahí
tienen un nazareno!.
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