jueves, 22 de mayo de 2014


RECUERDOS DEL PRIMER MUNDIAL DE LA HISTORIA

 

Por Carlos F.Ramírez

 

El poco reconocido sentido del humor de los uruguayos se plasmó en el periodista Don Diego Lucero, hasta donde yo sé, el periodista uruguayo que asistió a cubrir la mayor cantidad de Mundiales en la historia.  Estas notas me fueron proporcionadas por Don Diego durante el celebrado en 1978 en Buenos Aires.

Antes de que se concediera el Mundial de 1930 a Uruguay, se hicieron chistes sobre el contenido de un libro para los estudiantes de gramática de la primaria.  Abajo de dibujos alusivos, se decía “OJO”,   “ALA”, “PALA”.   En cuanto se supo que había que construir un nuevo estadio para alojar el primer mundial de la historia en Montevideo, la voz popular usó esos dibujos para alentar a quienes debían tener listo ese estadio a tiempo “Ojo a la Pala…”

 En mucho ayudó a desarrollar fervor y terminar a tiempo el difícil compromiso, el orgullo deportivo por haber ganado Uruguay en forma consecutiva dos campeonatos olímpicos de fútbol:  el de 1924 y el de 1928.  Y es que Uruguay sólo tuvo días no años para poder terminar el estadio a tiempo.  Se eligieron terrenos baldíos de la ciudad de Montevideo que eran conocidos con el pintoresco nombre de

“Campo del Chivero” (el lector puede imaginar el por qué) y a fines de enero de 1930 a construir un estadio que debía estar listo para siete meses después.

El ejemplo lo dio el responsable de Parques y Jardines de la Ciudad de Montevideo, quien desde el primer día se vistió de trabajador y agarró pico y pala para dar el ejemplo trabajando día y noche a partir del mes de enero y terminando un estadio a marchas forzadas: en Julio pudo inaugurarse, pero todavía por la mañana del día 18 estaban echando cemento sobre el terreno.  En muchas secciones de las tribunas del estadio, se podían leer por años mensajes que habían escrito los primeros uruguayos que se sentaron sobre el cemento fresco…

“el Flaco está loco”… “el Barriga es un…” y hasta “Uruguay campeón del mundo”.

 Los jugadores uruguayos se concentraron en un viejo paseo tradicional del viejo Montevideo, llamado El Prado… los encabezaba el serio y vigoroso José Nazzasi uno de los líderes más importantes que ha tenido el fútbol mundial… el mismo que los había encabezado para ganar en París y Ámsterdam… era un grupo de los que ya no se estilan en el fútbol, de entrega, fibra, sentido de equipo, para quienes el dinero era secundario y la disciplina era su secreto… por eso todos aceptaron, llorando la suspensión del portero titular del seleccionado y del equipo “Nacional”, Andrés Mazzali, a quien sorprendieron saltándose el alambrado para irse de juerga con una rubia de elegante automóvil… así quien fuera campeón de liga, dos veces campeón olímpico, campeón sudamericano de los 400 metros con obstáculos, fue sancionado drásticamente por su acto de indisciplina con ser expulsado del equipo que sería campeón mundial de la Primera Copa del Mundo.

 La reacción de todos los sudamericanos fue negativa porque ni España ni Italia aceptaron jugar en ese primer Mundial.  En cambio, se aplaudió la intervención de Madame  Lupescu bella bailarina y compañera privada del rey Carol de Rumania, quien apoyando  a los futbolistas de Rumania base del equipo nacional,  a quienes los magnates petroleros ingleses que explotaban los pozos  de Ploesti les habían negado el permiso de dos meses y medio para jugar en el Mundial.  Ni modo, ante el pedido del Rey los ingleses aprobaron darles permiso y Rumania estuvo en el Mundial.

 En esa nave llegaron juntos pero no revueltos, los rumanos, los franceses, Jules Rimet, el francés a quien se debe esto de los mundiales, acompañado de Maurice Fisher ingeniero austriaco que ayudaba al francés a llevar la Copa de Oro del Mundial.  Y cuando el barco llegó a Río, embarcaron los brasileños, por lo que la nave “Conte Verde” llegó llena de ruido, música y alegría al Puerto de lo que era y es “La Muy Fiel y Conquistadora Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo”…

 Así viniendo del cielo donde reposa, son las palabras de un uruguayo que vivió y gozó lo que sería la Primera Copa del Mundo en Montevideo, Uruguay en un estadio terminado con fibra “charrúa”, y el escenario donde ellos mismos terminarían como los primeros Campeones del Mundo, un 30 de Julio de 1930.  ¡Gracias Don Diego Lucero!

Portada del libro de don Diego Lucero "Siento Ruido de Pelota"

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