viernes, 11 de julio de 2014


LO QUE OCURRE ENTRE BAMBALINAS DE UN MUNDIAL

 

Por Carlos F.Ramírez

 

No sé si sea correcto decir que uno tiene autoridad para opinar, porque puede uno comparar.  Como decía un gran periodista mexicano mi amigo y maestro ya fallecido, Flavio Zavala Millet: “las comparaciones son injustas pero muy divertidas…”

 

He asistido a 15 mundiales de fútbol.  Gradualmente se va creando una balanza de comparación, que le permite a uno presuntuosamente seleccionar lo que nos parece lo mejor, lo regular y lo peor.  Los años también enseñan a no ser absoluto en las comparaciones, ya que en cada caso existe el “a-según” o “eran otros tiempos”. Con honestidad les digo que siempre he considerado esos factores, un freno a hacer comparaciones absolutas sin antes pensar.

 

Por eso les digo que en mi opinión, los Mundiales de Fútbol han ido cayendo en una rutina que algunos bien intencionados críticos llaman “mejoría”.  Pero he comprobado que quienes así lo dicen basan su criterio en lo que escuchan en las narraciones de partidos, lo que les muestran en las pantallas de TV…es decir son juicios individuales y personales, no incluyen la reacción del país donde se celebran.

 

Ni hablar de que el fútbol-cancha-negocio ha mejorado…en las ligas de todo el mundo. Con ese mejoramiento ha llegado (como debe ser) un mayor beneficio económico para los que hacen funcionar el negocio (sobre todo para los que no lo juegan).  Es una ley económica de la vida actual, que puede parecernos justa o no, pero es inevitable. 

 

Pero…alguien debe revisar la forma como el Mundial se ha convertido 100% en dinero.  Ni hablar de quienes lo organizan, de quienes son dueños de las “canicas” y saben cómo darlas prestadas; del país que los organiza – aun cuando son los que normalmente menos se benefician,  como no sean unos cuantos de quienes  ayudaron a organizarlo.  Todo esto es comprensible:  FIFA “dueña del balón” puede cobrar el justo alquiler que le corresponda, los que invirtieron dinero (gobiernos e iniciativa privada) también, pero…

 

Sin “reglas del juego” que resistan análisis de justa repartición de utilidades, honestidad, pago al trabajo, etc. es imposible calificar un evento como legal y acorde a las leyes escritas y no escritas.  Esa es la enorme interrogante que durante los últimos años ha acompañado el espectáculo más grande del mundo, como alguien ha calificado justamente la “Copa Mundial de FIFA”. (Informan que dejó dos mil millones de dólares netos)   Por ejemplo en países de habla inglesa como Estados Unidos, el grueso de los que vieron el Mundial en la TV son de origen hispanoamericano.  El Mundial de Brasil, por televisión ha llegado a 3,250 millones de auditorio por partido -incluyendo mujeres-  La transmisión ha sido en español por una cadena situada en Florida.    

Uno se pregunta sin pecar de absurdo nacionalismo, cuáles han sido las cifras de auditorio que se manejaron en México y otros países de habla hispana.  Y sobre todo, a dónde fueron a dar los beneficios.  Y la respuesta es, posiblemente a las empresas extranjeras que compraron los derechos exclusivos de transmisión para los países de habla española, para lo cual contrataron a comentaristas mexicanos, centro americanos y sud americanos.

 

 Pregunta y respuesta son interesantes pero dudo que alguien las haga seriamente, para analizar cuanto de ese dinero fue realmente repartido a los países de habla española.  Y sé de algunos comentaristas que están enojados por lo poco que les pagaron en comparación con lo que ingresó.

 

Creo que vale la pena pensar a fondo en este asunto, para ubicarlo dentro de normas y límites de honestidad y justicia, antes de dar un juicio final.
 

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